
- Demasiado calmo para ser real. Quien me conozca opinará lo mismo, pero mi sosiego es producto de una acción mal intencionada, rabia sentiría, si pudiera claro, pero creo que toda esta me la han robado.
La Florencia de mi tiempo es centro de grandes intenciones, importante red comercial en Italia, y sus calles, sus calles de excitante movimiento artístico, perfecto para imaginación de pintores bohemios preocupados de la vista del mundo según sus mentes. Uno de estos, Jouet Perriet, pintor y amigo mío me hace llegar hacia la tarde de un día de primavera, una carta contándome que pronto llegara a la ciudad después de su largo viaje hacia las tierras de Oriente. Dos días después, en la plaza central, nos reunimos a conversar sobre sus experiencias en tierras, según el, “las más puras que eh pisado alguna vez”, su viaje de echo, me cuenta, le ah enseñado la belleza de la vida, la pureza que yace dentro de cada uno y al llegar aquí, a Florencia, se ah de notar fuertemente la pérdida de la naturalidad del hombre, me dice: “Todo aquí lo veo fuera de lugar”. Lugo de un rato, me pregunta sobre mi vida, en un momento determinado me mira fijo y me dice en tono de sosiego,
- ¿Por qué veo en ti algo de enfermarte nerviosismo?, sabes, algo de buena pintura te puede ayudar.
- ¿A mi?, aun así, ¿no serás tu quien pinte?
- No te preocupes, ambos saldremos beneficiados.
- Esta bien.
Nos sentamos no muy lejos de la banca en donde comenzamos a conversar, no demoro mucho en comenzar, como seguro de lo que hacia.”Lo único que te pido es que nunca, bajo ninguna circunstancia, veas la obra sin terminar”, Esta bien, le respondí, aun así no niego la intriga que me invadía. Pasada una semana, el sábado por la tarde del último día, me decía que la obra algo de especial tenía, sería la multitud de gente que se colocaba alrededor de la Perriet cuando me retrataba, o sería la calma y simplicidad a la vista de todo que venía sintiendo durante toda la semana, lo que sea que haya sido, causo una ligera impresión en mí al ver la obra terminada, ¿era yo?. Claro que era yo, estaba muy bien echa, más creo en estos momentos, que muy “realista” para ser con buenas intenciones. Esa tarde Perriet me pregunto al mostrármela, ¿te sientes mejor?, re respondí extrañado con un sí, aunque no era mentira, se acerco y me la entrego, me dijo que la cuidara, o que se enojaría mucho (en un tono muy serio creo yo), se despidió, media vuelta y se largo. Nunca más lo eh vuelto a ver. Un día, al ver el reverso del cuadro (cosa que nunca por extrañas razones nunca se me ocurrió hacer), un mensaje decía: “No hoz preocupéis, puesto que no podrás, tu vida será más tranquila y pura de doy en día, este cuadro a capturado lo malo ve ti, lo que te causa males, penas, sobre todo, la desesperación que vi en ti y mi querida Florencia, no hoz preocupéis, puesto que no podrás.
Oh maldito, me has quitado parte de mi, me has quitado las lagrimas a mi madre en su funeral, la perdida de mi padre y mi lloro por el sobre su tumba, cuando mi hijo se fue con su amada y me eh quedado solo, pero te preguntaras como puedo escribir palabras de rabia en estos momentos, mira que, me has obligado a mirar el cuadro que me has dejado mientras escribo, eh tenido que llevar un pedazo de el por el resto de mi vida para poder experimentar lo que en una semana me has robado para el resto de mi vida, oh Dios, como quiero gritar sin verme a mi mismo antes … (Sebastián Norero 3º medio A)